Hace 20 años la privacidad era un tema que preocupaba a un sector muy pequeño de la sociedad:  los más celosos de su intimidad acostumbraban a ser personajes famosos que querían salvaguardar su vida privada, evitando protagonizar “escándalos” en las revistas del corazón. Sin embargo, algunos de ellos aceptaban de buena gana salir en las páginas de la prensa rosa para promocionarse, a sabiendas de que los ejemplares que se venderían serían limitados y que las críticas y habladurías no irían más allá de una conversación oral en la calle, en la peluquería o en un bar. Pero llegó internet. Y lo cambió todo.

¿Quién dice que la privacidad no existe?

Actualmente, el concepto de privacidad va estrechamente ligado a internet, redes sociales, protección de datos y ciberseguridad. Ya no afecta solamente a personas conocidas, sino que todo el mundo es susceptible de ver comprometida su intimidad. Esto, suponiendo que sea real, ya que muchos expertos coinciden en que la privacidad ha dejado de existir. Mark Zuckerberg lo avanzaba a principios de 2010 en una entrevista con Michael Arrington. El inventor de Facebook explicaba en la conversación que “la era de la privacidad había acabado” y que, con el conocimiento que tenía en aquel momento de todo el fenómeno ocurrido en las redes sociales, habría creado Facebook totalmente abierto, sin opciones de privacidad para los usuarios.

Todo el mundo es susceptible de ser pirateado

A diario exponemos nuestros datos privados y los de las personas de nuestro alrededor sin tener en cuenta quién puede acceder a ellos y qué puede hacer con ellos: aceptamos condiciones de apps sin leer, rellenamos formularios online sin inmutarnos, compartimos ubicaciones y colgamos fotos en las redes sociales sin revisar qué usuarios tienen acceso a nuestro perfil, etc. Pero, a pesar de que uno sea cuidadoso y decida no compartir información en la red, siempre existe la posibilidad de que cualquier aparato conectado a la red sea hackeado y que, de todas maneras, ciertos datos queden expuestos al mundo. Cada vez los “robos de datos” son más comunes, los métodos para llevarlos a cabo más sofisticados y los fines para los que van a ser utilizados más diversos.

Cinta adhesiva para tapar cámaras y micros

En junio de 2016, Marck Zuckerberg colgó una foto en su perfil de Facebook celebrando que Instagram había conseguido el récord de 500 millones de visitas. Era una foto divertida y casual, tomada en el entorno de trabajo, y Zuckerberg posaba utilizando un marco que simulaba la red social. Sin embargo, la foto no estuvo exenta de polémica, ya que en la imagen se podía ver el ordenador portátil de Zuckerberg con la webcam y el micrófono tapados con cinta adhesiva. Después de que la foto recibiera cientos de comentarios, el creador de Facebook manifestó que este era el método más seguro para que nadie pudiese invadir su privacidad al acceder a estos dispositivos de forma remota sin su consentimiento, dejando al descubierto que esta práctica es habitual y sencilla.

Por ejemplo, hace unos meses, las autoridades chinas alertaron a los ciudadanos que en el país se había popularizado un programa que por 188 yuanes (25 euros) el usuario podía acceder a cámaras de seguridad, webcams e, incluso, monitores de bebé.

Usar cinta adhesiva para tapar la cámara y el micrófono no es una práctica aislada que se lleve a cabo solamente en Facebook. El director del FBI, James Comey, reveló también que él tiene tapados estos dispositivos en su ordenador, además de promover esta costumbre entre los trabajadores de su Agencia para que ningún hacker pueda espiar.

Nuevos métodos para el robo de datos

Hay muchos otros aparatos que pueden comprometer los datos y la privacidad de cualquier usuario. Hace pocos meses, el experto en seguridad Ross Bevington demostró que, con una simple modificación, un cigarrillo electrónico podía convertirse en una amenaza para la información almacenada en un ordenador. Solamente necesitó hacer la ligera alteración y enchufar el dispositivo a un ordenador a través del USB para cargarle la batería.

Semanas atrás, también salió a la luz que el conocido robot inteligente que limpia en muchos hogares, el Roomba de iRobot, almacena información mientras realiza las tareas del hogar: básicamente, crea planos de la casa de forma automática para optimizar el recorrido y ahorrar batería. Hasta ahora, los propietarios de la marca no han usado esta información, pero todo apunta que ya se están planteando vender los datos recopilados a terceras compañías que se dedican a fabricar productos conectados para el hogar, como Google Home o Amazon Echo. Estos datos facilitarían a las compañías tener información del tipo de viviendas para perfeccionar sus altavoces. Además, el robot también puede almacenar otros datos relativos a los hogares,  como por ejemplo, si en éstos hay mascotas, en qué estancias suelen estar los habitantes o en qué horarios es habitual que haya gente en casa.

¿Qué valor tienen los datos y la privacidad?

Vulnerar la privacidad tiene, básicamente, dos finalidades principales: obtener datos y obtener dinero. Y muchas veces la segunda es consecuencia de la primera: se obtienen los datos, ya sea de forma legal o ilegal, para posteriormente comerciar con ellos. En los casos “legales”, gracias a consentimientos expresos de los usuarios que en algunos casos no han leído las condiciones, las compañías recaban datos y los venden a terceras empresas para engrandar sus bases de datos y dibujar patrones de comportamiento de los ciudadanos.

En el mundo “ilegal” hay más opciones. En algunos casos se roban datos para poder piratear sistemas y robar dinero directamente. Un ejemplo sería el caso del robo del banco central de Bangladesh, en el cuál se robaron más de 70 millones de dólares utilizando el sistema SWIFT de transferencias internacionales. En otros casos se roban o secuestran datos para poder chantajear o utilizar como moneda de cambio para obtener ganancias económicas. En este apartado encontramos un sinfín de casos, como por ejemplo el robo de fotografías de la cuenta iCloud de Pippa Middleton, hermana de Kate Middleton, duquesa de Cambridge y esposa del príncipe Guillermo. Un ciberdelincuente robó más de 3.000 fotografías personales de la cuenta de Pippa, entre las cuales había fotos del ámbito familiar de los hijos de la pareja real y las intentó vender a la prensa. O el conocidísimo caso del ransomware WannaCry, con el cual los hackers secuestraron datos de grandes compañías, gobiernos y universidades, pidiéndoles un rescate si querían recuperar la información.

A pesar de que los expertos aseguren que la privacidad ha dejado de existir, cada vez hay más normativas para protegerla y nuevos métodos de ciberdelincuencia para vulnerarla. Y es que hay quiénes aseguran que, en la actualidad, la ciberdelincuencia y el robo de datos podría estar moviendo mucho más dinero que las drogas.